El accidente cerebrovascular (ACV), una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo, ya no es una enfermedad exclusiva de la tercera edad.
Cada vez más personas menores de 55 años están sufriendo este tipo de episodios, un fenómeno que preocupa a los médicos y desafía las estrategias de prevención.
Según un estudio publicado en The Lancet, la incidencia de ACV en adultos jóvenes aumentó de forma sostenida, y para 2050 se prevé un incremento de la mortalidad global del 50%, con 9,7 millones de muertes anuales asociadas.
Un cambio de perfil que preocupa
Históricamente, el ACV se asociaba a personas mayores, pero los nuevos datos muestran un cambio claro en el perfil de riesgo. En los últimos años, los casos en menores de 55 años crecieron de manera constante, impactando no sólo en la salud, sino también en la vida laboral y familiar de los pacientes.
“Entre los factores que explican esta tendencia están el estrés crónico, la mala alimentación, el sedentarismo, el consumo de alcohol y drogas, y ciertas condiciones cardiovasculares congénitas”, explicó Pablo Díaz (MP 2711), especialista en Neurología y Terapia Intensiva de Boreal Salud.
Aunque la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto siguen siendo determinantes, los hábitos de vida poco saludables entre los jóvenes están detrás del aumento de casos.
Reconocer los síntomas puede salvar vidas

Los ACV isquémicos (por obstrucción de una arteria cerebral) son los más frecuentes, seguidos por los hemorrágicos, provocados por la ruptura de un vaso sanguíneo. Ambos requieren atención inmediata.
Los especialistas insisten en detectar señales de alarma como:
- Debilidad o entumecimiento en un lado del cuerpo.
- Dificultad para hablar o comprender.
- Alteraciones visuales repentinas.
- Pérdida de equilibrio o coordinación.
- Dolor de cabeza intenso sin causa aparente.
Ante cualquiera de estos síntomas, acudir de inmediato a un centro médico puede ser decisivo para evitar secuelas permanentes.
Rehabilitación y tecnología: claves en la recuperación
Superada la fase aguda, la rehabilitación temprana es esencial. La fisioterapia, la terapia del lenguaje y la atención psicológica ayudan a los pacientes a recuperar autonomía e integrarse nuevamente en su vida cotidiana.
Sin embargo, el acceso desigual a estos servicios limita las posibilidades de recuperación en algunos sectores de la población.
En paralelo, la tecnología se está convirtiendo en una aliada en la prevención. Aplicaciones móviles que detectan síntomas, monitores de presión arterial y campañas digitales orientadas a jóvenes buscan aumentar la detección temprana y el control de factores de riesgo.
Prevenir, la mejor herramienta

El 29 de octubre, en el marco del Día Internacional de la Prevención del ACV, los especialistas insisten en la necesidad de promover hábitos saludables desde edades tempranas.
“Mantener una dieta equilibrada, hacer actividad física, controlar el estrés y evitar el alcohol son medidas efectivas para reducir el riesgo”, remarcaron desde Boreal Salud.
Detectar a tiempo los síntomas y actuar sin demora puede marcar la diferencia entre una recuperación completa o una discapacidad permanente.