La decisión del Gobierno nacional de aplicar un 15% de retenciones a las exportaciones de proteínas vegetales generó incertidumbre entre las pymes que conforman este sector de alto valor agregado.
Se trata de empresas que elaboran harinas micronizadas, texturizados de proteínas vegetales, concentrados y aislados proteicos, productos que tienen como objetivo concentrar su contenido proteico y aprovechar las características nutricionales como ingredientes en una gran diversidad de alimentos.
Un total de 10 pymes de cuatro provincias –de las cuales la mitad son de Córdoba y el resto está en Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos)– conformaron en octubre pasado el Clúster de Proteínas Vegetales, bajo el formato de una asociación ad-hoc.
De esa red participan las cordobesas Valorasoy, radicada en El Tío; Porta Hermanos, de la ciudad de Córdoba; Proteínas Argentinas, también con sede en Córdoba capital; La Troja, en Oncativo, y Bionutrit, en Ordóñez, junto con América Pampa, El Talar Agroindustrial, Galpro, Latam Agroservicios, y Laboratorios Farmesa.
“Las empresas que forman parte del clúster transforman las legumbres y la soja en alimentos destinados a la industria y demás consumidores de proteínas de todo el mundo, conformándose como una economía regional en constante crecimiento”, sostiene Virginia Oddi, coordinadora general del Clúster de Proteínas Vegetales.
En el proceso de texturización y de agregado de valor, las harinas proteicas y los concentrados se exponen a un proceso de extrusión, lo que permite la desnaturalización y la alineación de la proteína en una estructura que imita la naturaleza fibrosa de la carne y que se aplica en hamburguesas, nuggets, productos plant based, entre otros.
En los últimos años, a partir de procesos de innovación y desarrollo, las empresas que integran el clúster han logrado un alto protagonismo en el desarrollo del comercio exterior.
Con la incorporación de nuevas tecnologías y la implementación de nuevos sistemas de gestión, que garantizan la calidad y la inocuidad de los productos para consumo humano, las pymes han conseguido acceder a nuevos nichos de mercados en el exterior que tienen una mayor exigencia.
Exportan a más de 54 países y compiten con los mercados de Estados Unidos, China, India, Brasil, entre otros.
Las 10 empresas que los conforman generan una facturación de U$S 50 millones por año, con un volumen de exportación de 60 mil toneladas anuales. Dan empleo directo a mil trabajadores y de manera indirecta a otros 1.500.
Su producción se apoya en tres grandes grupos de productos: texturizados, harina y concentrados.
Proteínas vegetales: el peso de las retenciones
Debido a que su mayor mercado es la exportación, la alícuota del 15% en las retenciones (hasta el momento, sólo algunos productos tributaban el 4,5%) dificultará su competitividad, advierten las pymes.
“Resulta en una perdida absoluta de competitividad en el precio por tonelada de los productos texturizados de proteínas vegetales, en el contexto internacional, no pudiendo de esta manera seguir compitiendo con el valor FOB ofrecido por los restantes países productores y exportadores de los productos”, aseguran desde el clúster.
A la carga del tributo se le agrega la posición geográfica de Argentina, lo que encarece los costos de logística y los márgenes de las operaciones comerciales.
Las empresas advierten que a partir del valor FOB promedio de los productos en el mercado internacional, el aumento de las retenciones las expone a una situación vulnerable de perdida absoluta de rentabilidad para poder mantener a sus clientes.
A eso se le suma el alto costo de la materia prima (por encima del valor del mercado), a partir del cual se genera el valor agregado.
Desde el clúster anticiparon que van a solicitar una audiencia con las autoridades de la Secretaría de Bieconomía de la Nación, para plantearles el cuadro de situación generada por la suba en el impuesto.
