“Soy madrileño, pero llevo viviendo aquí 23 años”, explicaba en 2003 Alfonso Aguilera, en una entrevista con La Voz.
Con más de 40 años de experiencia en la actividad porcina en el país y sin perder el acento español, el empresario es un apasionado por la producción de cerdos.
Llegó en los años 1980, como la cara visible de un grupo español –Degar– que tenía como plan instalar una granja de cerdos en el país. El lugar elegido fue Despeñaderos.
Alfonso permaneció como ejecutivo de esa empresa hasta los años 1990, cuando regresó a España.
Allí, se incorpora al grupo español Desarrollo Ganadero Español (Degesa) y retornó al país, a partir de la decisión de la compañía de instalarse en Argentina.
“Una de las posibilidades era de radicar la inversión en Venezuela, pero viendo la potencialidad que ofrecía Argentina, no había otra chance”, afirma.
Fue director general de Degesa Argentina, empresa dedicada a la producción de genética y también a la producción de carne de cerdos con un plantel de cinco mil madres.
En ese momento, como en el actual, Argentina contaba con las mejores ventajas competitivas para invertir en la producción.
Por esas cosas de la vida y de los negocios, Aguilera se vuelve a reunir con la granja de Degar, luego de 40 años.
“Me viene de España a crear esa granja”, recuerda el empresario, quien en los últimos meses ha sido noticia dentro del sector porcino por adquirir el establecimiento.
Fundador en 2007 de la empresa Gestión Porcina, dedicada a la provisión de servicios, a la venta de material de inseminación y de otros productos relacionados con la cría de cerdos, la idea de producir cerdos siempre rondó por su cabeza.
“Hoy lo hago con mis hijos, a través de la empresa familiar”, asegura el empresario, referente en la producción porcina nacional.
Entre su trayectoria, está haber sido fundador y miembro activo del Grupo de Intercambio Tecnológico de Explotaciones Porcinas (Gitep) y de la Cámara de Productores Porcinos de Córdoba.
Si bien la granja ubicada en Despeñaderos es de ciclo completo, el modelo de producción porcina que Aguilera tiene en mente, y que aspira en algún momento a implementar, es diferente.
Apunta a la producción de lechones, con 30 kilos de peso, destinados a la venta bajo contrato.
El círculo se cierra con productores interesados en terminar los capones, en galpones de engorde. “Nosotros lo que haríamos sería procesar la materia prima en una planta de alimento y cambiárselo por alimento balanceado”, explicó el empresario.
Como parte de este modelo que hoy tiene en su cabeza, el empresario devenido en productor proyecta instalar una nueva granja, en otro lugar de la provincia.
Mirada de la producción
Por el momento, la compra de la granja en Despeñaderos significa una apuesta fuerte hacia el lado de la producción.
Además de los servicios y de la provisión de instalaciones para granjas, Gestión Porcina cuenta desde el 2016 con un centro de inseminación de 152 machos, que luego se amplió a 300 a partir de la asociación con Agroceres PIC, empresa de genética del sector.
Con 800 madres en producción, la granja de Despeñaderos produce hoy capones para consumo, un modelo al que Aguilera le apunta a ganar en competitividad.
Como hace más de cuatro décadas, Aguilera está convencido de que Córdoba ofrece condiciones ideales para la cría de cerdos, gracias a su clima, la disponibilidad de granos y un buen estatus sanitario.
“Argentina, y específicamente Córdoba, tienen la zona del país para producir cerdos”, afirma convencido.
A pesar de los desafíos y los cambios en la industria, el empresario sigue apostando por la producción porcina.
“Soy un apasionado de los cerdos, y eso es lo que he hecho toda mi vida”, agrega.
La clave del éxito, según precisa, radica en aprovechar las ventajas comparativas del país y en seguir innovando para mantener la competitividad en el mercado global.
