En las llanuras sedimentarias de Córdoba y las provincias vecinas existe un mar invisible.
A pocos metros de la superficie, las napas freáticas acumulan agua subterránea que cumplen un doble rol: actúan como reserva estratégica en tiempos de sequía, pero también pueden transformarse en amenaza cuando su nivel sube, al provocar anegamientos e inundaciones lentas.

Para anticiparse a esos cambios, investigadores del Conicet y de las universidades nacionales de Córdoba (UNC) y de San Luis (UNSL) desarrollaron el proyecto ReMAS, en el que también interviene la empresa tecnológica Omixom.
¿En qué consiste? Es una red de monitoreo de aguas subterráneas que mide, en tiempo real, cómo varía el nivel freático en distintas zonas rurales y urbanas de la provincia.
ReMAS nació cuando el sudeste productivo de Córdoba atravesaba dificultades con las napas. Juan Whitworth Hulse, biólogo e investigador de la UNSL y del Conicet, lo define como un proyecto de “ciencia ciudadana”.
El equipo visita escuelas rurales del sur y sudeste provincial para instalar instrumentos de medición llamados freatímetros, que permiten conocer a qué profundidad se encuentra el agua subterránea.

Los alumnos toman las muestras, registran los datos y los comparten con los investigadores. Además, productores agropecuarios de distintas localidades se sumaron a la red, aportando mediciones desde sus propios campos. En este proceso, Omixom cumple un rol clave al integrar la gestión territorial y la experiencia tecnológica con el desarrollo científico.
El Proyecto Matteo, aliado de ReMAS, es una iniciativa educativa y científica que ya cuenta con más de 140 establecimientos en la provincia.
Permite que los estudiantes realicen prácticas científicas mediante estaciones y pluviómetros de bajo costo, aportando datos climáticos de gran valor.
Qué revelan los datos
En áreas urbanas, los registros mostraron que las lluvias de más de 50 milímetros generan la recarga diaria más importante.
Sin embargo, también se observaron ascensos freáticos considerables, de más de 20 centímetros por día, incluso con precipitaciones menores a esa cifra.

Desde agosto, los datos obtenidos en zonas rurales evidenciaron ascensos freáticos significativos en una amplia franja del este y sudeste cordobés y en regiones cercanas. Allí, el nivel medio de la napa subió 45 centímetros y quedó a dos metros de profundidad.
Esa información resulta clave para activar alertas tempranas y planificar estrategias de manejo del agua que ayuden tanto a las comunidades rurales como a los productores.
Una napa entre la superficie y el metro de profundidad puede resultar peligrosa, no solo para el cultivo, porque puede generar anegamientos, sino también para centros urbanos, porque ceden los cimientos.
Cuando se llega a esos niveles, las comunidades rurales activan sus herramientas de bombeo para extraer el agua acumulada.
La medida ideal de la napa es entre uno y dos metros de profundidad, ya que el agua cumple una función de “riego subterráneo”.