La puja duró alrededor de 10 minutos, pero fue histórica para la ganadería argentina. Lo que arrancó con una base de $ 31 millones por el 50% terminó cuando el rematador bajó el martillo y validó un precio final de $ 272 millones, siempre por la mitad de la propiedad.
El protagonista de esta historia –¿camino a ser leyenda?– fue Mafioso, un toro de más de 900 kilos multipremiado en varias exposiciones del país, aunque –vaya paradoja– nunca como el mejor toro.
Se crió y se hizo reproductor de pedigrí en el norte de Córdoba, donde las lluvias son escasas y la política ambiental suele ser un desincentivo para la producción ganadera.
El suceso comercial ocurrió el viernes de la semana pasada en la pista central de la Sociedad Rural de Jesús María, donde la cabaña El Porvenir, ubicada en Quilino, llevó a cabo su remate anual de reproductores de la raza Brangus.
La venta del toro a un grupo de seis cabañas del país en sociedad con Select Debernardi, uno de los centros de producción y venta de semen más importantes del país, fue récord para la ganadería argentina.
Durante la subasta, fue marcado el interés por quedarse con los servicios del animal, que ya es padre de terneros nacidos en El Porvenir.
La postura activa de otros interesados, como la cabaña cordobesa Corral de Guardia, ubicada en Villa Valeria (departamento General Roca), y el centro de inseminación Semex, generó un sprint de ofertas que terminó en el sorprendente valor de venta cerrado por el consignatario Iván O’Farrell.
La cifra alcanzada por la genética bovina refleja la expectativa que genera la producción de carne en el país.
Invertir en una pajuela con semen de alta calidad, para obtener un ternero que recién va a entrar al rodeo productivo a los dos años, requiere de condiciones previsibles para el negocio. Lo positivo es que los ganaderos consideran que están por el buen camino, conducidos por el firme poder de compra que tienen sus bienes producidos (terneros, novillos y reproductores).
La reducción de las retenciones a las exportaciones de carne es una señal que justifica ese razonamiento y que, además, apuntala las inversiones a futuro.
Inversión en tecnología y en procesos
Un indicador que refleja el nivel de inversión en la producción de carne, y en menor medida en la producción de leche, es el que se destina a la confección de forraje.
La elaboración de alimento balanceado a partir del picado de granos o de pasturas es una tecnología que viene creciendo en los últimos años. Así lo demuestra la estadística que la Cámara Argentina de Contratistas Forrajeros presentó esta semana en Córdoba, durante su congreso nacional, y que elabora el especialista Juan Monge.
Con una amplia presencia en todo el país, el picado de granos y de pasturas está presente desde Salta hasta Río Negro.
Sobre una superficie nacional de 2,5 millones de hectáreas –que se multiplicó por 27 en las últimas dos décadas–, Córdoba encabeza el ranking nacional con 33% de las hectáreas destinadas a la confección de silaje. Luego le siguen Buenos Aires, con 26%; Santa Fe, con 15%, y varias provincias se reparten el resto.
El destino mayoritario de esa pastura confeccionada y conservada es la producción de carne, que se lleva el 53% del total. Luego vienen la producción de leche y, en menor participación pero cada vez más creciente, la generación de biogás.
En la torta forrajera nacional, la mayor porción la integran los cereales de invierno, con 70%, mientras que las pasturas y los verdeos representan el 30%.
Del total de los granos gruesos, el maíz ocupa 60 puntos porcentuales, y el sorgo, 10 puntos porcentuales.
El mayor interés por la confección de silo para la alimentación animal quedo reflejado en la dimensión que tomó en lo que va del año el parque de picadoras autopropulsadas.
Entre enero y julio, la demanda doméstica absorbió 54 unidades (todos equipos importados que rondan un valor de hasta un millón de dólares), muy por encima de la cantidad comercializada en todo 2024.