La industria aceitera de soja enfrenta una de las peores cosechas en su historia contemporánea, con una producción que se proyecta en 25 millones de toneladas (algunas cifras privadas consideran que incluso podría ser menor a ese número). Considerando la capacidad instalada y las proyecciones de molienda para el actual año comercial, la industria tendrá una capacidad ociosa de casi el 70%.
“El peor momento de la industria aceitera de soja”. Así define la situación del sector el último informe “Monitor Agroindustrial” elaborado por la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara).
“Todos los indicadores económicos, comerciales, de ingreso divisas, ventas por parte de productores, ingreso de camiones, industrialización, márgenes de molienda y otras acciones operativas, resultaron en el peor mes de la industria aceitera, reflejado en la fuerte caída de en la molienda de soja y en el menor ingreso de divisas durante el trimestre enero-febrero-marzo de 2023″.
Números que preocupan
El último dato oficial de molienda de soja, correspondiente a febrero de 2023, muestra un procesamiento del poroto de apenas 1,54 millones de toneladas, la cifra más baja de la última década, y lo mismo serán las cifras de marzo.
La otra cara de la moneda es la necesidad del Gobierno de recomponer divisas en el Banco Central, en un escenario donde se proyecta una caída en las exportaciones equivalentes a U$S 20.000 millones anuales.
El productor es consciente de ello, pero también es consciente de su realidad financiera y económica. En una situación como la actual, en año de elecciones presidenciales, alto nivel de incertidumbre económica y cambiaria, desplome de las reservas del BCRA, falta de crédito o imposibilidad de poder refinanciar deudas a tasas razonables, no saber hacia dónde va el futuro, el gobierno ya utilizó la bala de plata en dos ocasiones.
La pregunta es si con un “dólar soja 3″ le alcanza al Gobierno para revertir la actual crisis de divisas y la caída de reservas del BCRA, provocando una venta masiva de los productores.
Se ve muy difícil que los productores decidan vender con un nuevo “dólar soja”, aunque sí se sabe que el resultado de las elecciones podrían cambiar en forma sustancial las nuevas reglas de juego de la economía. El productor intuye de un potencial ajuste en el tipo cambio, la posibilidad que se liberen los cepos, que se elimine la brecha cambiaria, se reduzcan las tasas de interés y se facilite el acceso al crédito, todos mecanismos que distorsionan los precios relativos.
Por ello se ve muy difícil predecir que el productor pueda vender alegremente su cosecha ante un nuevo y tentador “dólar soja”. La lógica indica que los productores van a vender lo mínimo y vital para pagar compromisos a cosecha o deudas contraídas, y luego de este primer round de ventas el productor se va a sentar arriba de su cosecha.
Esto implica en la práctica que los productores van a bajar al mínimo su ritmo de ventas y van a provocar una sequía en liquidación de divisas nunca antes vista en nuestra historia reciente.
La zanahoria del potencial “dólar soja 3″ tiene que ser muy, pero muy grande para que el productor se tiente a vender, y, por otro lado, la experiencia le indica que cada vez que hay un año electoral con el alto voltaje de incertidumbre que tiene el actual, lo mejor es no vender nada. Pues en definitiva los granos son dólares, y el dólar hoy es un bien muy escaso y apreciado.
