El Gobierno nacional decidió bajar las retenciones a la soja en forma permanente, luego del plazo temporario de reducción que venció el pasado 30 de junio. Así volvió la alícuota al 26% para el grano de soja y al 24% para la harina y el aceite. Para el maíz y el sorgo, las retenciones bajaron del 12% al 9,5%, mientras que para el complejo girasol las retenciones quedaron en 5,5 % para grano. El trigo y la cebada se mantienen en 9,5%.
Con esta medida, el Ejecutivo busca mejorar la competitividad de uno de los sectores productivos más dinámicos del país y consolida una política basada en reducir la incertidumbre y generar reglas claras, para lograr que los agroexportadores puedan dinamizar las ventas al exterior.
El Gobierno argumenta que la reducción de estos tributos es posible gracias a los resultados económicos obtenidos durante 2024 y el primer semestre de 2025, periodo en el que las exportaciones agroindustriales experimentaron un crecimiento significativo.
Entre los fundamentos, el decreto destaca que el sector agroindustrial genera exportaciones por cerca de U$S 48.000 millones anuales, de los cuales 75% corresponde a las cadenas de granos y carnes.
La medida tiene su génesis en una decisión política: estaba en riesgo el voto del campo en las próximas elecciones, tanto en provincia de Buenos Aires, donde se votará el 7 de septiembre, como a nivel nacional en octubre.
De esta forma, el Gobierno despeja la incertidumbre que muchos productores tenían acerca de las retenciones. Sin embargo, ahora la incertidumbre se traslada en cual será el tipo de cambio después de las elecciones nacionales de octubre, que dependerá del resultado electoral.
Para ser más precisos, los productores ahora quieren saber si poselecciones habrá una devaluación, para corregir el atraso cambiario. Es que el productor cuando retiene la soja, lo que hace es ahorrar en dólares.
La baja de las retenciones se produce cuando el tipo de cambio oficial Banco Nación llegaba esta semana a $ 1.300 para la compra y $ 1.350 para la venta, muy cerca del máximo de la banda de $ 1.400 por dólar.
Esta combinación de baja de retenciones y suba del dólar produjo una mejora en el ingreso de los productores y en la relación insumo/producto.
Sin embargo, el atraso cambiario junto al aumento de los costos de bienes y servicios, arrastrados por el aumento de los combustibles, producen un efecto negativo en la relación insumo-producto. Es que el productor debe vender más grano para pagar el mismo bien o servicio.
En el caso del combustible sigue aumentando; la petrolera YPF subió sus precios en julio más del 6% promedio en el país para compensar la devaluación, la suba de biocombustibles y los impuestos.
Baja de retenciones: el impacto en el mercado
A pesar de la baja de las retenciones y la mejora en el tipo de cambio no vemos a los productores con interés de vender su soja. Seguirá aplicando la misma estrategia de vender lo mínimo posible y solo para poder cumplir compromisos de pagos y comprar insumos para comenzar con la siembra de los cultivos de verano.
En el caso de la soja, el volumen total vendido a precio e incluyendo fijaciones, llega a 21 millones de toneladas, el 42% de la producción total de soja en la argentina, estimada en 50 millones de toneladas.
Si descontamos cinco millones de toneladas de existencias finales el volumen total de soja sin vender, en manos de productores, llega a 24 millones de toneladas. A un precio FOB de U$S 400 este volumen equivale a U$S 9.600 millones.
El tema es que los productores no tienen intenciones de vender toda su soja en el segundo semestre. Venderán lo mínimo posible hasta conocer el resultado de las elecciones de octubre: luego esperaran una mejora de los precios por la mayor necesidad de compras de la industria aceitera.