De la misma forma que el territorio nacional ofrece en sus cuatro puntos cardinales la posibilidad de producir carne de especies ganaderas, también ofrece sus bondades para la producción de carne de pescado.
Con un consumo por habitante que ronda los cinco kilos por año y que tiene en fechas como Pascua su mayor pico de demanda, la carne de pescado combina las preferencias gastronómicas entre las especies de río y de mar.
Así como en el sur las condiciones están dadas para la cría de la trucha, salmones y pejerrey, en el norte del país especies nativas como el dorado, el surubí, la boga y el pacú encuentran el ambiente para desarrollarse.
Córdoba, sin los beneficios que ofrecen otros lugares, tiene condiciones naturales para el engorde de algunas especies: por ejemplo, el pacú.
Con el objetivo de generar los datos sobre la factibilidad técnica de producir esta carne en la provincia, en el campo escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias (UNC) funciona un módulo de producción de este pez de agua dulce.
Si bien el clima mediterráneo no es el mejor para la cría en condiciones naturales del pacú, en Córdoba se ha buscado la manera de realizar parte de su ciclo productivo.
Por las temperaturas más frías que se dan en la provincia, la cría de avelinos solo es posible bajo condiciones ambientales controladas. No obstante, a partir de la compra de juveniles a productores de otra región, el proceso de terminación del pez para su faena se puede llevar a cabo en la provincia.
“El clima de Córdoba es adecuado para la etapa de engorde del pacú, incluso con resultados potencialmente mejores que en las zonas típicas de producción. Esta etapa coincide con las condiciones ambientales favorables que ofrece la región”, destacó Carlos Kubach, docente titular de la cátedra de Acuicultura de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (FCA-UNC).

La provincia está a la misma latitud que Entre Ríos, que es un buen productor de pacú bajo una estrategia similar y que utiliza alevinos criados con aguas termales para producir fuera de ciclo.
Como si fuera un feedlot, pero de peces
En el módulo de la facultad se han recreado las condiciones ambientales para el engorde de la especie.
Se trata de estanques con aproximadamente 30 metros de largo, siete metros de ancho y 80 centímetros de profundidad. Según lo que manifiesta Kubach, son las dimensiones ideales para la producción, aunque aclara que cualquier superficie de agua en la provincia se puede utilizar para producir, respetando ciertos parámetros.
Para una mayor carga animal en el estanque, se puede trabajar con una profundidad de hasta 1,50 metros, aunque para ello hay que generar las condiciones de oxigenación del agua para el desarrollo de la población.
A la hora de la alimentación, los peces son extremadamente eficientes, por encima de cualquier otra especie.
Su conversión de alimento en carne es única; puede llegar a tener una relación de uno por uno, es decir, generar un kilo de pez a cambio de un kilo de alimento en condiciones especiales. Esta eficiencia no se encuentra en otras especies.

“El pacú es omnívoro y necesita un porcentaje de hidratos de carbono y proteínas. Los peces tienen necesidades específicas de perfil de aminoácidos, que normalmente se obtienen de la incorporación de harina de pescado en la ración”, observa Kubach.
Dado que los lugares de producción de harina de pescado están alejados de Córdoba, la idea es trabajar con insumos locales.
Como sustitutos, precisa el docente, se puede utilizar proteína de soja como principal fuente proteica, complementada con harinas animales, como harina de vísceras de pollo, harina de carne, harina de hueso, harina de sangre, albúmina de huevo y suero deshidratado de leche.
Con estos insumos, se fabrica un balanceado que puede ser extruido o peleteado. La fabricación del alimento en el mismo establecimiento puede abaratar significativamente los costos de alimentación.
La etapa de engorde del pacú puede comenzar a finales de agosto o en septiembre, y termina con la cosecha de la producción.
“Se puede estar cosechando pacú de tamaño plato ideal para la faena en marzo”, sostiene el encargado del módulo en la FCA-UNC.
El tamaño plato corresponde a un ejemplar que pesa entre 900 gramos y 1,2 kilos vivo.
La duración del ciclo de engorde y el peso final dependen de la intensidad de la alimentación. Con una alimentación más intensiva y frecuente, se pueden obtener animales listos para la faena antes.

Bajo condiciones normales, el estanque estandarizado que tiene el módulo puede generar una producción de 5 mil kilos por hectárea de pacú. Sin embargo, aclara que este valor es una referencia para realizar cálculos de rentabilidad. También explica que la carga animal y, por lo tanto, la producción por unidad de superficie pueden variar significativamente, dependiendo de diversos factores, como la intensidad de producción, la inversión realizada (especialmente en oxigenación) y las particularidades de cada zona e infraestructura.
“Se podría, incluso, duplicar o triplicar esa cantidad invirtiendo más en la producción”, destaca.
Luego de cada cosecha, lo aconsejable es que se limpie el estanque de engorde. Según precisó el docente, se realiza un proceso para oxigenar la materia orgánica acumulada en el fondo y se encala el estanque para matar plagas y enfermedades, lo que implica aumentar el pH del agua con cal.
Integración con otras actividades
La producción de pacú puede integrarse de diversas maneras con otras actividades agropecuarias. Su piscicultura ofrece versatilidad en cuanto a la escala de producción, desde pequeños módulos hasta grandes escalas.
En sistemas extensivos, como en el norte argentino, se realiza rotación de cultivos de arroz con la producción de pacú, aprovechando que el arroz se cultiva bajo el agua.
Otro ejemplo es la acuaponia, donde los efluentes de la cría de peces proporcionan nutrientes para cultivos hidropónicos, y las plantas limpian el agua para los peces. Esto puede implementarse incluso a nivel domiciliario.
Otras especies como la tilapia (aunque sensible a bajas temperaturas) pueden complementar otras producciones, incluso alimentándose de los efluentes de criaderos de otros animales.
Hasta el momento, no existen experiencias serias de producción de pacú a nivel comercial en Córdoba, por eso la información que genere el módulo de la FCA-UNC será estratégica.
“En la etapa actual, se está trabajando en la caracterización de las factibilidades técnicas de la producción. La factibilidad económica y la rentabilidad serán parte de la segunda etapa”, anticipa Kubach.
La próxima etapa, una vez establecidas las características productivas, será presentar un número productivo y analizar las variables económicas de la producción. La rentabilidad dependerá en gran medida de la alimentación y la posibilidad de utilizar insumos locales para abaratar costos.
Legislar la producción de peces en la provincia también debe ser parte del trabajo a futuro, ya que su actividad no está formalizada. A diferencia de las otras especies que se producen en Córdoba y que están bajo la órbita del Ministerio de Bioagroindustria, las relacionadas a la pisicultura dependen del Ministerio de Ambiente.